Desde la época de los dinosaurios, los animales más grandes no han sido los más rápidos, a pesar de su mayor masa muscular y potencia potencial. De hecho, muchos son los más lentos dentro de sus respectivas clases y, aunque cabría esperar que las bestias pesadas fueran más lentas que las criaturas ágiles, el mecanismo detrás de este comportamiento ha dividido a los científicos durante décadas.
Ahora, los investigadores dirigidos por Myriam Hirt del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad, han descubierto que la respuesta puede estar en las velocidades de aceleración de cada animal. En pocas palabras, el tiempo que tarda un animal en acelerar determina su velocidad total máxima. Durante la aceleración, el cuerpo convierte la energía química y metabólica en energía mecánica utilizada para el movimiento. Este proceso ocurre en las llamadas fibras musculares de contracción rápida a través de un método conocido como metabolismo anaeróbico.
Los animales solo tienen una cantidad finita de tiempo para acelerar desde un comienzo parado antes de que ya no puedan acelerar más. En particular, pueden acelerar hasta el punto en el que estas fibras se quedan sin su combustible metabólico, lo que significa que el tiempo disponible para la aceleración está limitado por la cantidad de estas fibras.
Como los animales más grandes tienen más fibras musculares de contracción rápida, pueden acelerar durante más tiempo; sin embargo, la masa de estos animales significa que tardan más en alcanzar una velocidad absoluta en comparación con las especies más pequeñas. En algún momento, la cantidad de tiempo necesaria para acelerar a velocidades más rápidas excederá la cantidad finita de tiempo disponible para la aceleración, por lo que nunca se alcanzan velocidades más rápidas. Los animales de tamaño mediano, como los guepardos, tienen un equilibrio perfecto de masa frente a la cantidad de músculos de contracción rápida para alcanzar estas velocidades absolutas.
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Además, la investigación muestra que este descubrimiento es cierto tanto para los animales que nadan como para los que vuelan, un punto en el que las hipótesis anteriores han fracasado.
Para probar las predicciones de sus modelos, Hirt y sus colegas recopilaron datos sobre las velocidades máximas de 474 animales que corren, vuelan y nadan, incluidos mamíferos, especies de peces y aves, pero también reptiles, moluscos y artrópodos. Las masas corporales de estas especies iban desde moluscos hasta ballenas.
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Nuestros hallazgos ayudan a resolver una de las preguntas más desafiantes en la ecología del movimiento durante las últimas décadas: ¿por qué los animales más grandes no son los más rápidos? escribió Hirt en ella papel Una ley general de escala revela por qué los animales más grandes no son los más rápidospublicado en la revistaEcología y evolución de la naturaleza. Al medir solo el tamaño del cuerpo, el nuevo modelo puede predecir con precisión los límites de velocidad de los animales que van desde las moscas de la fruta hasta las ballenas azules, y explica por qué los animales de tamaño mediano son generalmente los más rápidos.
Estos hallazgos también pueden usarse para predecir la velocidad de las especies extintas. Por ejemplo, los paleontólogos han debatido durante mucho tiempo las posibles velocidades de carrera de grandes aves y dinosaurios. El modelo dependiente del tiempo de Hirt muestra que el Tyrannosaurus Rex habría corrido a velocidades de alrededor de 27,05 km / h. El Triceratops alcanza un máximo de 24,36 km / h.
Imágenes: Wikimedia Commons / Hirt et al./Nature Ecology & Evolution